Tour-ismos, imaginarios del deseo

ABC Cultural
sábado 29 de mayo de 2004
Anna Maria Guasch

La palabra «crítica» y la voluntad que ella comporta se palpa en todos los rincones de la muestra Tour-ismos, Derrota de la disensión que, enmarcada en el Fórum, presenta la Fundación Tàpies. Está claro que aquí no se presenta una apología de este «generador del deseo» que es el turismo, ni tampoco un catálogo neutro del mismo con algunos «casos de estudio», sino que entre los curadores y los artistas existe una decidida voluntad de abordar críticamente cómo el turismo incide en el desarrollo de las sociedades contemporáneas. Y para todo aquél que se acerca a los espacios en semipenumbra de la Fundación (a los que tan acostumbrados nos tienen últimamente), la primera señal de ello es el montaje en el que se han sustituido los muros blancos por instalaciones de obra vista, propiciando una recepción de la obra lejos de toda voluntad formal y esteticista.

Aquí todo es intencionadamente frío e inhóspito, en un cúmulo de sensaciones contrarias a las que se somete todo «sujeto-turista» a la hora de disfrutar de los imaginarios de cualquier «espacio turistizado», en las fronteras entre lo privado y lo público, lo histórico y lo susceptible de ser Historia. También el título, hasta cierto punto paradójico de la muestra, está imbuido de esta carga reflexiva que vuelve a repetirse en la mayoría de las propuestas artísticas concebidas ex profeso para la ocasión. Estamos ante un nuevo ismo (el de la turistización de una cultura definida por el marketing) nos vienen a decir los comisarios, pero el componente formal derivado a la palabra «ismo-estilo» cede su terreno a aspectos de identidad, de comunidad, de ciudad y de visión del mundo.

La nueva utopía

Y en una Barcelona en la que bajo el impacto mediático del Fórum se busca más que nunca la figura del turista –e incluso la Fundación Tàpies integra uno de los muchos recorridos de la ciudad–, la exposición apuesta por un contra-discurso en el que el turismo aparece como la nueva utopía de las sociedad del capitalismo global. Ya no hay utopías, nos dice Jorge Luis Marzo, sino turismos, estos nuevos mundos en los que la conquista de la felicidad, el deseo de evasión, el descubrimiento del otro y el retorno a la naturaleza son algunos de los «imaginarios del deseo» que se pretende desmitificar, poner en entredicho y desvelar algunos de sus mecanismos.
Y en este contra-discurso, tan importantes son los diez proyectos que integran la «museografía» de la exposición como el catálogo y los autores que en él participan, el programa paralelo de vídeos, los itinerarios por la ciudad o un ciclo de conferencias. Y en una línea muy similar a la planteada por Catherine David en sus recientes proyectos sobre las Representaciones en el mundo árabe, el artista se descalifica, se pierde el concepto de lugar, lo visual se equipara a lo textual, y el arte pierde su especificidad y se contamina de un terreno limítrofe a la geografía, el urbanismo, la sociología y el activismo. «¿Es esto arte?», se preguntarán algunos. Y en este sentido, pensamos que exposiciones como ésta son la mejor manera de apuntar una nueva cartografía artística, en la que lo cultural sustituye a lo iconográfico (ésta no es una exposición temática, aunque podría parecerlo), el trabajo sociológico al curatorial, y en la que la ironía desdibuja lo político. Habrá pues que leer detenidamente el catálogo (con textos, entre otros, de Angel Quintana y Mari Paz Balibrea que analizan la conversión de la ciudad en imagen-mercancía; Manuel Delgado y su concepto de «ciudad-mentira»; de Xavier Antich o la «ciudad sin memoria») y habrá que seguir los diferentes itinerarios («el itinerario como forma artística») que nos propone Joan Roca i Albert por Barcelona desde una mirada crítica, antes de penetrar en los espacios de la Tàpies en los que las plazas turísticas de Lloret de Mar, Benidorm, Tánger, Nerja, Marruecos o Granada sirven de leiv motiv a algunos artistas para hacer su particular reflexión a la «turistización» derivada de las técnicas de marketing.

De Marruecos a Verano azul

El colectivo Multiplicity, fundado en el año 2000 en Milán, que en la última Documenta de Kassel se sirvió de distintas trayectorias de identidad –la de los turistas, los inmigrantes, los pescadores y los hombres de mar– para documentar las «rutas» por el Mediterráneo, presenta un nuevo episodio de su work in progress, Solid Sea, centrado en el Norte de Marruecos: Case o4: (M)RE-Tourism (2004). Éste muestra, entre macrofotografías y multiproyecciones, distintos ejemplos de negociación inmobiliaria, entre lo económico, lo territorial y la identidad geopolítica. Por su parte, Rogelio López Cuenca se sirve del soporte videográfico y de la foto para en Nerja, once (2004) mostrarnos, casi en clave autobiográfica y con la ironía que le es característica, cómo los escenarios ficticios de la serie televisiva Verano azul cambiaron el paisaje turístico natural de Nerja.
Y si más cerca de lo documental aparecen las propuestas de Yto barrada (sus fotografías documentales de la ciudad de Tánger «ciudad-tapón de miles de esperanzas») o el viaje «al corazón de las tinieblas del turismo masivo de sol y playa», de Javier Camarasa y Jorge Luis Marzo, con evidentes connotaciones al viaje literario de Joseph Conrad, mayor carga objetual y escenográfica (aunque una escenografía deconstructiva) vemos en las obras de Daniel G. Andújar e Ibon Aranberri. El caso de Andújar cuenta un nuevo caso de corrupción urbanística en grabaciones sonoras reales aunque con voces distorsionadas de los planos de ordenación territorial de Torrevieja, como el corredor de muros de ladrillo iluminados con desnudas bombillas que recuerda los corredores de Nauman o la habitación del color vacía de Beuys. En una estrategia más cercana a las realizaciones land-art de Robert Smithson y a su relación entre el site y el non site, Ibon Aranberri presenta una de las obras con mayor presencia visual de la exposición, aunque críptica en sus mensajes.
Y en una muestra sobre el turismo, sin duda no podía faltar una referencia a uno de sus elementos más pintorescos, las postales de viaje con las que Ramón Parramón, junto con Enric Carreras, José Carvajal y Pedro Coelho, hacen posible que cada espectador se convierta a su vez en turista y a la vez, en una estrategia similar a la utilizada por On Kawara, en autor-artista. Introduce así un componente de subjetividad que sitúa este proyecto crítico de Tour-ismos bajo el paraguas de lo micropolítico o, quizás mejor, de lo post-político.

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