En los infinitos pliegues del deseo

Tour-ismos
Fundación Tàpies. Aragón, 255. Barcelona. Hasta el 29 de agosto
Jaume VIDAL OLIVERAS
El cultural

El turismo como imagen del viaje, allí en la lejanía, en el horizonte, es la misma idea del deseo y ésta es la problemática que aborda la exposición Tour-ismos. De cómo se construye el imaginario y de cómo éste responde a un espejismo, a un engaño y una mentira a la vez. Tour-ismos consiste en una reflexión sobre el deseo, sobre los estereotipos y fantasmas que lo habitan, sobre sus límites y su ficción. Es el justo reverso de un cuento de hadas, la reseca de una borrachera. En fin, se trata de la a cara oculta del turismo, de una mirada al otro lado de la valla publicitaria que anuncia unas playas paradisíacas. En el reverso de la imagen publicitaria se observan un sin fin de consecuencias culturales, políticas y económicas. Pero, claro, el deseo tiene otras muchas caras…


¿Qué podemos decir de la especulación inmobiliaria, de la masificación y homogenización del turismo, de la disneylandización de la cultura en las ciudades, del abuso indiscriminado de valores hasta ahora situados al margen de toda idea de consumo, de la precariedad del trabajo temporal y de la inmigración ligados a este tipo de procesos, de El Dorado para el inmigante, etc.? Ésta es una realidad indiscutible que se expresa brutalmente en nuestra vida cotidiana y me temo que hemos aprendido a convivir con ella. La exposición articula una contraimagen al folleto publicitario, pero, al fin y al cabo, esta contraimagen también esconde un deseo.

Personalmente me ha interesado tanto la denuncia en sí como aquello que se ha de leer entre líneas. Un ejemplo: Daniel G. Andujar presenta un trabajo, La cultura del ladrillo (2004), que consiste básicamente en una serie de grabaciones de conversaciones de funcionarios de la administración con promotores inmobiliarios en las que se plantean hechos de corrupción. Las grabaciones son en su mayor parte reales –no se trata, pues, de una ficción– y las voces están trucadas para que no sean reconocibles. Para mí, la gracia está en la absoluta naturalidad de los protagonistas, en su candor tan bruto e infantil que a la vez inspira ternura.

En este leer entre líneas, una de las piezas que más me ha interesado es el fragmento de I am Curious Yellow (1967) de Vilgot Sjöman. Aquí se entrevista a unos turistas suecos justo cuando llegan al aeropuerto después de unas vacaciones en España en plena dictadura del general Franco. Al cuestionarles su presencia en un país no democrático, responden con una culpabilidad mal disimulada, pero indiferentes a la injusticia. La culpabilidad: éste es el sentimiento que sobrevuela en esta exposición. Porque no dejo de ver a los espectadores de esta exposición como aquellos viajeros suecos en una suerte de turismo cultural sin ninguna otra consecuencia. Porque también observo a nuestras instituciones con una especie de mala conciencia, intentando justificarse con un pretendido carácter social. Más bien tendríamos que preguntarnos sobre el sentido de la denuncia en las democracias. En las democracias nunca pasa nada, la protesta cae en un pozo sin fondo y la vida sigue su curso.

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