El análisis del modelo de gestión y producción artística en España revela una serie de deficiencias y desafíos que requieren una atención urgente. El impacto del extractivismo cultural, las condiciones precarias para muchos artistas, la falta de transparencia en la administración y el mercado y la necesidad de una mayor descentralización son aspectos clave a abordar. Sin embargo, la exploración de modelos alternativos exitosos a nivel internacional y el análisis de políticas públicas efectivas ofrecen un camino a seguir. La adopción de estrategias innovadoras que promuevan la sostenibilidad, la equidad y el empoderamiento de los artistas, junto con el aprovechamiento del potencial de las tecnologías digitales, puede contribuir a la creación de un sector artístico español revitalizado, inclusivo y resiliente, capaz de responder a los desafíos del presente y del futuro.
Análisis crítico del modelo actual: El paradigma extractivista
El modelo imperante en España puede ser caracterizado como un “modelo extractivista” en el ámbito cultural. Este concepto, tomado de la economía, se refiere a la explotación de recursos (en este caso, el talento, la creatividad y el trabajo de los artistas) sin un retorno justo y equitativo para quienes los generan. Este modelo presenta las siguientes características:
- Centralización de recursos: La mayor parte de los fondos públicos y las oportunidades se concentran en grandes instituciones ubicadas en las principales ciudades, dejando a las periferias y regiones con un acceso muy limitado.
- Priorización de la exhibición sobre la producción: Se invierte más en la construcción y mantenimiento de “contenedores culturales” que en el apoyo directo a la creación artística y la experimentación.
- Lógica de mercado y “emprendimiento cultural“: Se promueve una visión neoliberal de la cultura, donde los artistas son considerados “emprendedores” individuales que deben competir por recursos escasos y asumir todos los riesgos de su actividad.
- Precariedad laboral: Los artistas enfrentan condiciones de trabajo precarias, con ingresos inestables, falta de seguridad social y dificultad para acceder a financiamiento.
- Homogeneización cultural: Las grandes instituciones tienden a promover una visión homogénea de la cultura, privilegiando las expresiones artísticas más “comerciales” o “espectaculares”, en detrimento de la diversidad y la experimentación.
- Distanciamiento entre artistas, público e instituciones: Se crea una brecha entre los creadores, el público y las instituciones, donde estas últimas actúan como intermediarios que controlan el acceso y la visibilidad del arte.
El replanteamiento del modelo de gestión y producción artística en España es una tarea urgente y necesaria. Se requiere un cambio de paradigma que reconozca la cultura como un derecho fundamental, un motor de transformación social y un bien común. Es necesario pasar de un modelo extractivista, centralizado y mercantilizado a un modelo equitativo, inclusivo, sostenible y participativo.
Esto implica un nuevo contrato social para la cultura, basado en la redistribución de recursos, la descentralización, la gobernanza participativa, el empoderamiento de los artistas y las comunidades, la promoción de la diversidad cultural y la experimentación, y el uso ético y responsable de las tecnologías digitales.
El objetivo es construir un ecosistema cultural donde la producción artística sea el núcleo central, donde los artistas tengan voz y recursos para desarrollar su trabajo en condiciones dignas, y donde el público tenga un acceso directo y significativo a la cultura, no como consumidor pasivo, sino como participante activo en la construcción de una sociedad más justa, creativa y democrática.
Este nuevo modelo cultural debe ser un proyecto colectivo, que involucre a todos los actores: artistas, gestores culturales, instituciones públicas, sector privado, sociedad civil y, por supuesto, el público. Solo así se podrá garantizar que la cultura cumpla su función transformadora y contribuya a un futuro más sostenible y enriquecedor para todos.
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