Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza (El Quijote I 19)

Sistema Art
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Soy muy consciente de que los artistas hace tiempo que no participamos del diseño y gestión de las instituciones dedicadas al arte contemporáneo de este país. Salvo honrosas excepciones, nuestra capacidad para mediar o influir en las decisiones que se toman en estos establecimientos es nula. Nuestro papel se ha visto reducido a una mera invitación a la fiesta. Nos invitan, en el mejor de los casos, a participar en esta u otra expo y si te he visto no me acuerdo. Cumplimos con la cuota, estamos para el “photocall”, nos han ido apartando de un selecto club formado actualmente por curadores, influencers, directores, comisarios, educadores, descubridores, coleccionistas, rescatadores, gestores culturales y técnicos de todo tipo.

Pero me van a permitir que muestre mi perplejidad ante algunos hechos que me llaman bastante la atención. Me refiero al ruido mediático que se produce en redes, y en la corte, en torno a la convocatoria del concurso público para la dirección del Reina Sofía.

Ya lleva meses el runrún, y es extraño que incluso se intensifique cuando todavía no hay fecha, ni bases, para la convocatoria. Y es más curioso todavía observar cómo se pone en marcha esta operación de forma paralela a las campañas mediáticas de la derechona más retrógrada, emulando sus artes, utilizando además sus mismos medios.

Qué bien le vienen a la política profesional estas campañas de desprestigio en el endogámico y provinciano mundillo del arte. Qué buena idea ayudar en la “reconquista” de ese “nido de rojos y comunistas” para recuperar una plataforma de tanta visibilidad para la causa reaccionaria.

El debate, a mi entender-¿qué sabemos los artistas de diseño institucional de museos y centros de arte?-se está planteando en términos poco útiles, eludiendo la crítica necesaria para afrontar un cambio de modelo en profundidad. Han desaparecido prácticamente del debate público los aspectos más importantes de discusión en torno a qué modelo de museo necesitamos, una vez concluido un periodo dado, y cómo afrontar el presente y el futuro de la institución. Y llegado el caso, ¿qué es lo que exigimos a los posibles candidatos, una vez se convoque formalmente el concurso, y hacia qué modelo deberíamos orientar el encargo?

Vamos a ver si luego se cumplen las expectativas y tantas ganas se concretan en proyectos y currículos a la altura. Hay ganas, eso parece, pero analizando las posibles candidaturas, no parece que la cosa esté tan fácil. Toda la suerte del mundo a quién le toque. Ahora, un poco de incertidumbre si tenemos, ¿o no? Para ser político uno se hace un currículo en el “Word” y va trepando hasta dónde le dejan, pero para ser director de un museo como el Reina Sofía, la cosa no se presenta tan fácil, la competencia es muy alta, el nivel de exigencia mayor.

El listón está muy alto y seguramente el concurso se regirá por el principio de mérito y capacidad y por criterios de idoneidad para el cargo. Manuel Borja-Villel llegó al museo acogido con los brazos abiertos, pero con un currículum plagado de éxitos que lo respalda. Fue una pérdida para Barcelona, que interpretó su salida del Macba como una traición. Había puesto en marcha la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona, donde fue director desde su inauguración, en junio de 1990, hasta 1998. Y después ayudó a levantar un museo que no conseguía arrancar. Desde 1998 hasta 2008 fue director del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA). Cuando llegó al Reina este era un gran buque a la deriva, un proyecto sin rumbo, sin identidad, con una colección desordenada, no se sabía de donde venía ni qué buscaba. “Ana Martínez de Aguilar dimitió cuando la situación era de naufragio total” (ABC 07/09/2007). Ahora es, objetivamente, otra cosa, te guste o no. Reconvertir un museo provinciano, que hace aguas por todos lados, en uno de los motores dinamizadores de la capital artística de este país no es tarea fácil. Hacerlo con menos presupuesto que sus antecesores, capeando crisis sociales y económicas, es ya una tarea considerable que merece un respeto para todo el equipo de servidores públicos.

“El comité que propuso al patronato del Reina Sofía el nombramiento de Manuel de Borja-Villel subrayó “la claridad del análisis formulado sobre las actuales condiciones del museo” y su “lucidez al haber identificado los procedimientos de revalorización del mismo”. Asimismo, valoró la “originalidad y pertinencia de su planteamiento”, su “probada profesionalidad” y su “voluntad de producir conocimiento”. “Es una persona que se merece este museo, como podría estar en cualquiera de los otros grandes museos del mundo”, dijo ayer el ministro de Cultura del nuevo director del Reina Sofía, que fue elegido por unanimidad” Qué lejos suena aquel entusiasmo.

Manuel Borja-Villel comentaba a su llegada que “aparte de los problemas coyunturales que pueda tener, la gran asignatura pendiente que tiene el Reina Sofía es encontrar su identidad”. “Y ese ha sido mi trabajo, como antes lo fue en la Fundación Tapies y ahora en el Macba” (El Periódico, 23·12·07). Quince años fructíferos que Manuel Borja-Villel, al frente del Reina Sofía, ha utilizado para desarrollar lo que proponía. Hoy el Reina Sofía es uno de los proyectos más solventes que existen, con identidad propia y una colección que lo significa en relación al resto del panorama internacional. Y esto no se gana desde Instagram, esto se trabaja día a día, con una idea de institución y un proyecto artístico, y sobre todo con un equipo que se ha dejado la piel por esa institución durante muchos años, algunos trabajando por unos sueldos ridículos. Tirar todo eso por tierra, de un plumazo, me parece cuando menos una frivolidad que debería escandalizar a cualquiera.

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