La segregación, un rejón de muerte para el IVAM

Los autores critican el proyecto de segregación del Centre de El Carmen por considerar que mutila el museo
JOSEP BENLLOCH 24/03/2002
El País

Josep Benlloch es galerista. Firman también este artículo Domingo Mestre, José Luis Clemente, Mª. José Mtnez. De Pisón, Emilio Martínez, Daniel G. Andújar, Álvaro de los Ángeles, Ana Teresa Ortega, Nieves Berenger Ros, Josep Frasquet, Nacho París, Tomás March, todos ellos integrantes de la Plataforma ex Amics del IVAM.
Con el anunciado cierre del IVAM-Centre del Carme nos encontramos ante un problema histórico. Durante los cuarenta años de franquismo, el desprecio y la ignorancia de las instituciones públicas hacia la actualidad artística internacional supuso un grave retraso en la comprensión, conocimiento y uso de ésta; durante los años ochenta se inicia una actividad institucional que, con mayor o menor acierto, perseguía aproximarse al panorama artístico internacional. En esa línea se hallaba -limitada en sus posibilidades- la actividad de la Sala Parpalló, por supuesto la creación del IVAM y, muy especialmente, el Centro del Carmen, espacio único en nuestra Comunidad e insustituible hoy por hoy en la tarea de divulgación de la actividad artística contemporánea de nivel internacional. Por lo tanto, el cierre del único espacio de nuestra ciudad con una clara vocación contemporánea e internacional supone un gravísimo error que amenaza con devolvernos a una ya tradicional situación de aislamiento cultural.

El museo se aleja de una gestión pública para asemejarse a una empresa privada

En los últimos tiempos, las plataformas cívico-culturales han demostrado ser un arma democrática de uso extendido frente a ciertas decisiones políticas que, amparadas bajo la mayoría política conseguida en las urnas o tras oscuros beneficios personales, anteponen éstas a las necesidades reales de un barrio, a la idiosincrasia de un espacio como zona de interés social, natural o cultural o, simplemente, al concepto primigenio de un museo. Tras ejemplos como Salvem Botànic, Salvem l’Horta y especialmente Salvem el Cabanyal y ante el anuncio tanto tiempo silenciado y oculto por parte del Partido Popular del cierre de las dos salas del Carmen, un grupo de artistas, galeristas, críticos de arte y ciudadanos sensibilizados hemos decidido crear la Plataforma ex Amics del IVAM a partir de las opiniones vertidas en el portal de internet y foro de discusión www.e-valencia.org. En este sentido, ex Amics del IVAM surge como voz disidente, discordante y crítica ante la pérdida de un espacio museístico que se convirtió desde su origen en referente nacional e internacional gracias a una serie de exposiciones que dieron cabida a un tipo de arte contemporáneo cuyas particularidades per se eran material inédito hasta entonces en la Comunidad Valenciana, así como fuente de innovación y conocimiento para artistas, críticos, estudiantes y público en general, abiertos a las más contemporáneas tendencias artísticas. El concepto original del IVAM, con dos centros que clasificaban y distribuían los contenidos expuestos según las tendencias o el riesgo expositivo, consiguió un equilibrio entre las exposiciones didácticas e historiográficas del Centre Julio González y las más atrevidas y personales del Centre del Carme, especializado en intervenciones específicas de artistas con una clara proyección internacional, como después ha quedado atestiguado por sus trayectorias. Asimismo, la particularidad arquitectónica de ambos centros en relación con las obras expuestas confería a su concepto original otro tipo de equilibrio basado en la coherencia artística y un estudio exhaustivo de lo expuesto. Perder esta bipartición significa dejar al IVAM sin una de sus dos bases, hiriéndole de muerte. La ampliación del Julio González, a costa de los desalojos de 54 familias, es una errónea justificación a este cierre.

Ex Amics del IVAM no responde a la política cultural de ningún partido político, sino, muy al contrario, reivindica una política cultural seria, precisa y ajustada a las necesidades de cada espacio o cada exposición basada en la independencia y el rigor, por encima de las decisiones políticas del momento ordenadas por el partido político de turno.

Reivindicamos, pues, que la cultura no se confunda con la epidermis del partido político que representa y que puedan gestionarse intervenciones públicas independientes al caudal impuesto por el Gobierno autonómico, tal y como ocurre en la mayoría de los países europeos. Asimismo, criticamos abiertamente la política cultural del PP, ejecutada por la subsecretaria de Promoción Cultural, Consuelo Ciscar, con el beneplácito del consejero de Cultura, Manuel Tarancón y, por supuesto, del presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, auténtico convidado de piedra en este festín. Esta crítica no sólo está sujeta ni la basamos en una -claramente- desafortunada política de exposiciones, sino y sobre todo, en la mala utilización de los fondos públicos y el desajuste presupuestario de determinados eventos en relación con las necesidades generales de la Comunidad Valenciana como pueblo con identidad propia -cada vez más desvaída y ninguneada por nuestros gobernantes-. Los continuos despilfarros en eventos de dudosa necesidad, gestión oscura y resultados de éxito fallido, contrastan exageradamente con la precariedad de presupuestos y medios técnicos en la educación, trufada de colegios públicos que sobreviven a duras penas con recursos por debajo de las necesidades básicas y barracones provisionales en lugar de espacios acondicionados, que la abocan al fracaso total como nexo social con la ciudadanía y con el posterior mercado laboral.

Es por ello que demandamos un mayor presupuesto destinado a Cultura y Educación pero, sobre todo, como se desprende de lo enunciado anteriormente, una mejor distribución de lo presupuestado. Es nuestra intención denunciar una política cultural cuya única finalidad es conseguir votos a cualquier precio, ofrecer ocio y turismo en vez de cultura e identidad propia, potenciar más si cabe la falta de comunicación entre política y ciudadanos y, finalmente, confundir capacidad de gestión con autoritarismo político.

Asimismo, quisiéramos contestar a algunos de los puntos enumerados por Kosme de Barañano en su artículo IVAM: Balance y objetivos, publicado en este mismo periódico el 3/3/2002. El director del IVAM hace referencia a una realidad histórica que sólo él parece conocer, al señalar que las salas de El Carmen ‘cumplieron una función hace 12 años, para el arte más actual y local’ y que ‘desde entonces han aparecido otros espacios excelentes’, citando El Almudín, Atarazanas, MuVIM, Gallera, etc. La trayectoria de exposiciones llevada a cabo en El Carmen, si el señor Barañano se digna a consultarla, le demostrará que hubo mucho de actual y mucho más de internacional, pero nada o muy poco de local; tiene gracia que hable del IVAM como si fuera un museo que debe, a estas alturas, internacionalizarse. No será, creemos, gracias a exposiciones como la de Francis Montesinos, sita en el umbral del museo. También se apunta los tantos de la ampliación de la nueva sala del Julio González, la reapertura de la Biblioteca y la presencia de capital privado. La ampliación y la reapertura son en sí elementos indisolubles y estaban programados y en marcha antes de su llegada; es puramente casual que sea usted y no otro director el que se haya encontrado con ello. En cuanto a la presencia del capital privado, no demuestra más que un giro del museo hacia una política de marqueting, alejándose de una gestión pública y democrática para semejarse cada vez más a una empresa con intereses privados. Nada dice, sin embargo, del nefasto resultado del restaurante de lujo (cerrado tras pocos meses de funcionamiento), de sus acuerdos con Aldeasa, del cambio en la gestión de la librería, de la discrepancia de Juan Manuel Bonet en relación al conocimiento del cierre de El Carmen hace seis años, etc. En cuanto a la reorganización de la plantilla del museo, cabría apuntar cuántos profesionales han tenido que abandonar y cuántos se encuentran en una situación límite debido a la actitud posesiva y poco dialogante del señor Barañano, quien no duda en arrinconar a quienes no piensan como él.

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