Daniel García Andujar
escrito por Miguel Angel Gaete.
17 de julio de 2010, Arte y Crítica
La obra del español Daniel García Andújar (Almoradí, 1966) se enmarca dentro de las nuevas prácticas artísticas tendientes a la descentralización de las estructuras de poder jerárquico presentes en la web y en los medios de información y opinión, así como en un ejercicio critico-creativo que aborda problemáticas inherentes a la multiculturalidad, indagando en distintos tópicos como el racismo, la discriminación social y la xenofobia.
En el planteamiento estético y conceptual de Andújar se conjugan una amplia gama de herramientas de trabajo, como el video, el diseño o el net art La utilización de estas herramientas con un fin crítico que cuestiona y subvierte su propio uso en nuestro medio hipertecnologizado, junto a la preeminencia colaborativa que define su obra, hace que su praxis fluctúe dentro de lo que en la actualidad se define ampliamente como art-hacktivismo . En este neologismo se advierte el quid de su obra: una imbricación entre el discurso político-social, las técnicas del hacker computacional y el arte, enlazándose con un movimiento que pretende desestabilizar el complejo juego de relaciones de poder emergidos junto con el desarrollo de los entornos virtuales y la proliferación de medios masivos de comunicación.
Dentro de la labor de este artista y gestor, se pueden destacar los portales o espacios cívicos de libre participación inscritos en el ámbito de algunas ciudades específicas como Barcelona, Valencia o Sevilla. Su inicio dentro de este modelo de práctica artística se puede situar en el proyecto Irational.org, bajo el cual, a mediados de los años noventa y en colaboración con los artistas Marcus Valentine, Heath Bunting y Minerva Cuevas, germina la plataforma “Technologies to the People” (TTTP).
irational.org se inscribe como una asociación internacional de artistas que produce una cantidad importante de información de libre acceso (freedata) y que presta servicio y ayuda a los desplazados. Adicionalmente, esta asociación suministra apoyo a artistas independientes y a organizaciones que, con una perspectiva crítica, desarrollan un trabajo vinculado a distintos aspectos de la “sociedad de la información” en una visión desterritorializada de estas problemáticas. A diferencia de otros grupos similares, Irational.org se caracteriza por una acción mucho más directa y concreta, y por requerir de la complicidad y la colaboración de otros actores sociales, diversificando aún más su propia práctica. La frase que mejor describe el objetivo de Irational.org es su propio lema “La información quiere ser libre”. Este ideal universalista de permitir que la información fluya libremente estaría en la base de lo que Himanen llama “ética hacker”, la ética del trabajador y del desarrollador de la nueva sociedad de la información.1
Es en esta construcción ética derivada de los nuevos medios, en donde de mejor manera se aprecia la filtración de una asimilación objetiva del pensamiento marxista en su sentido más general, es decir, en aquel razonamiento axiomático que apunta a la priorización de la colectividad por sobre la individualidad. Tal y como lo explica Himanen:
Según la tradición Marxista, la instauración de un modelo de agencia colectiva que desplazara definitivamente al mito del artista individual no era solamente un objetivo prioritario para cualquier arte de aspiraciones revolucionarias, sino que la creación de redes de cooperación y solidaridad entre los agentes particulares era el procedimiento por el que tal acción revolucionaria debía ser realizada.2
“Technologies to the People” es un claro ejemplo de esto. Este proyecto trata de una empresa ficticia que impugna ciertas creencias incrustadas en las sociedades modernas y en el mecanismo esencialmente optimista del capitalismo. La más evidente de estas convicciones, es aquella que promulga que las nuevas tecnologías sentarán las bases de un mundo más ecuánime y democrático.
Con la estructura e imagen de una empresa sin ánimo de lucro, TTTP centra su actividad en la oferta de una serie de productos de carácter simbólico (y mayoritariamente ficticios) destinados al uso de la ciudadanía, además de la realización de campañas de alfabetización digital de masas. Asimismo, TTTP cumple la función de sponsor de plataformas participativas de información en red. Para Jesús Carrillo TTTP es ante todo “una reflexión crítica acerca de la fetichización de los medios en el capitalismo informacional contemporáneo, pero también contiene una propuesta de utilización horizontal, abierta y libertaria del nuevo medio”.3
Dentro de los productos ofrecidos por “Technologies to the People”, es particularmente interesante “Street Access Machine”: una supuesta máquina programada como un cajero automático que admite la posibilidad de funcionar con todas las tarjetas de crédito y en cualquier lugar del mundo. Pensada para la donación de dinero a los necesitados con el fin de terminar con la mendicidad, “Street Access Machine” suministraría a los indigentes un número secreto y la “Recovery card”, con la cual podrían retirar dinero libremente. En el material publicitario del “Street Access Machine”, se podía leer:
“TTTP se dirige a las personas del llamado Tercer mundo, así como a los sin techo, a los huérfanos, desterrados o desempleados, a los grupos marginales, fugitivos, inmigrantes, alcohólicos, drogadictos, a los que sufren discapacidades mentales y a todas las restantes categorías de indeseables, a todos aquellos desprovistos de vínculos sociales e incapaces de encontrar un lugar seguro para vivir…”
Esta propuesta presentada originalmente en Hamburgo, generó tal respuesta, que Daniel García Andújar llegó incluso a recibir una carta de la transnacional Apple, en donde manifestaba su interés en los productos de TTTP.
Tras una mirada cuestionadora frente a los medios masivos de comunicación y las instituciones que utilizan las tecnologías como medio de vigilancia y control socioeconómico, este proyecto supone una denuncia frente a las ventajas y contradicciones propias de la comunicación asociativa y participativa, planteando una postura contraria a cualquier elaboración mitológica que exalte las bondades ilimitadas de una “sociedad de la información”. Andújar evidencia así, las verdaderas implicancias de una supuesta “libertad en la web” sustentada en el anonimato. Pero, en mayor medida, nos hace conscientes y partícipes de la exclusión en la que se ve inmerso el ciudadano común frente a las instituciones y los poderes públicos que definitivamente establecen sus márgenes de acción y debate fuera del alcance de cualquier grupo humano carente de hegemonía.
De este modo, las propuestas de Andújar se enlazan con las tesis de la web 2.0 y los procesos creativos de la “multitud conectada” o con la “utopía comunicativa”, puesto que sintetizan un modelo de entendimiento en el cual la web, en su complejidad constitutiva, es vista como un espacio público ajeno a un espacio físico delimitado, en donde se entreteje un engranaje social, cultural e ideológico en constante construcción. Esta formulación sienta una diferenciación ontológica con el espacio “no virtual”, caracterizado por su constitución definida a priori por instituciones jerarquizantes mayormente excluyentes.
En TTTP se ven implicados los lineamientos elementales de la actividad del hacking en relación a la web. A través de la exploración con medios virtuales, Andújar pone en situación de riesgo la capacidad reguladora de las instituciones encargadas en cada lugar de normalizar la generación de información y sus usos. La actividad de Andújar oscila en los límites de la legalidad en el tránsito de la información y el acceso a las nuevas tecnologías, fracturando conceptos inherentes a la institucionalización de la cultura tales como la autenticidad, el copyright o el merchandising. Sus acciones devienen así en una verificación de lo absurdo del control en un entorno en donde la propia noción de espacialidad ha sido subvertida de raíz dada la nueva organización rizomática de casi todos los sectores de la información y el conocimiento.
La problemática del acceso y la distribución de la información es una constante en todos los grupos de art-hacktivistas, y se alza como una de las grandes luchas surgidas de la revolución digital. La simiente de esta conflagración se vislumbra desde la misma masificación de Internet y los cambios forzados en la vida política, social, económica y cultural, puesto que estos cambios han favorecido tan sólo a algunos pocos, especialmente a los países, asociaciones y personas de mayor plusvalía económica, relegando al resto a una posición periférica ante esta transformación. La causa de esto se debe a que la lógica del sistema web 2.0 es básicamente económica y empresarial, lo que ha desencadenado el acrecentamiento de la “fractura digital” o como Manuel Castells lo llama, la emergencia del “cuarto mundo”4, refiriéndose a aquellas zonas geográficas completas que se han visto excluidas de cualquier avance mayor, en cuanto a tecnologías comunicativas e informativas se refiere.
Finalmente, el trabajo de Daniel García Andújar apuntala el hecho de que Internet será la gran herramienta, no sólo creativa, sino que de movilización masiva capaz de lograr dislocaciones en las dinámicas de poder que las democracias capitalistas no sólo validan sino que consolidan. Ante una historia sustentada en la verticalidad de las relaciones, las nuevas prácticas artísticas ligadas al estandarte de la colectividad como elemento nuclear de su praxis, implicarían la posible absolución de un sistema que a todas luces se muestra contrario a facilitar la eclosión de cualquier iniciativa de organización colectiva tendiente a su desestabilización. Las cualidades intrínsecas a este tipo de proyectos artísticos (autónomos, transclacistas, desterritorializados, etc.), terminan por develar las aberraciones de un macrosistema en donde casi todo tiende a la anulación y la exclusión de grupos humanos enteros, a la homogenización de la información y del conocimiento, y al anestesiamiento de cualquier utopía humanizante. De manera antinómica, en un contexto en donde gana lugar el espíritu anti-institucional, la Red ofrece la gran posibilidad de alcanzar las antiguas utopías democratizadoras de un mundo en donde hoy, paradójicamente, las utopías de han desvanecido tras la falsa inocuidad de la globalización.
Profesor de Artes Plásticas. Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Chile
Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte. Universidad de Barcelona, España.
Referencias:
1 Himanen, P. The hacker ethics. New York: Random House, 2002, p 57.
2 Carrillo, Jesús. Arte en la red. Madrid: Cátedra, 2004, p 221.
3 Carrillo, Jesús. op.cit, p 242.
4 Castells, Manuel. La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza, 1998.
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