José Luis Pérez Pont
Algunas de las cuestiones que constituyen los mayores desafíos para la salud de la democracia contemporánea pasan por detener la esclavitud infantil, subsanar las formas de precariedad laboral, contrarrestar los planes lucrativos del capital globalizado, reducir los niveles de polución, evitar el despilfarro en el uso de los recursos no renovables o acabar con la creciente brecha entre ricos y pobres tanto en el interior de los países como a nivel internacional. Estas realidades, ya para nadie ajenas, perviven en el presente pero su origen se remonta a un tiempo pasado. Entre todas esas realidades, se encuentra un mal profusamente extendido: el acomodamiento de los individuos, que ha derivado en la merma de participación y la desestructuración de la sociedad civil.
La escena social ha sufrido modificaciones con la aparición y el uso general de las nuevas tecnologías de la comunicación, en el nuevo espacio público existe un buen número de identidades potenciales esperando a cobrar forma, el hecho de que todavía no estén desarrolladas ni movilizadas no significa que no necesiten estar representadas. Se ha demostrado que ya no es necesario ser artista para intervenir en la creación del magma de imágenes que nos circunda, como tampoco lo es para activar iniciativas cargadas de creatividad con las que participar en la esfera pública. De igual manera, un artista no deja de serlo cuando se interesa por el trasfondo de los asuntos de índole social y rebaja deliberadamente su atención a la mera construcción de objetos e iconos estéticos. Existe una creatividad potencialmente perturbadora, para el sistema convencional –cada vez más alejado de la nueva realidad que está conformándose, cuando se ponen en contacto intereses de distinto orden y se canalizan por medio de estrategias artísticas combinadas con la tecnología del momento.
El caso de Daniel G. Andújar (Almoradí, Alicante, 1966) reúne en un solo perfil características e implicaciones propias del informador, el analista, el activista o el crítico, haciendo que su trabajo artístico posea intensas implicaciones con las vicisitudes de su tiempo. Con sus propuestas ha contribuido, y contribuye, a la redefinición del rol de artista en la sociedad, demostrando una permanente voluntad de intervención en la escena pública, en tiempo real, sin las imposturas de estilo que tantas veces distraen el foco de atención del espectador. El artista persigue la participación, invitando al público a abandonar el lugar de pasividad al que se había visto relegado, logrando en ocasiones su incomodidad. En el marco de sus proyectos, Andújar se ocupa de conectar arte y producción de conocimiento partiendo del convencimiento de que, en la sociedad de la información, el recurso básico es el saber. Con esta perspectiva, en 1996 desarrolló Technologies To The People (TTTP) como resorte que ponía en cuestión la entonces reciente irrupción de Internet en la vida cotidiana y sus promesas de información y libertad. Desde ahí ha venido generando un gran número de proyectos, talleres y colaboraciones con una notable visibilidad internacional. Es a partir de 2001 que pone en marcha iniciativas web como e-valencia.org, dirigida a la discusión sobre la política cultural valenciana, que causó toda una convulsión en el contexto, tanto por el volumen de participación conseguido como por la incomodidad política proporcionada. Como resultado de diversos procesos sociales vinculados a la participación de colectivos y movimientos locales o como efecto de workshops prácticos del artista, aparecieron e-barcelona, e-sevilla o e-madrid con la misma vocación de poner sobre la mesa las problemáticas del sector a través de informaciones aparecidas en prensa, artículos y opiniones on-line.
La creación de un archivo en constante crecimiento, que se alimenta de imágenes y documentos procedentes de Internet, es uno de los pilares que sustenta la teoría y la práctica de sus proyectos. De entre ellos destacaremos Postcapital Archive (1989-2001), compuesto por imágenes apropiadas que ponen en cuestión el estado de la política y la economía mundial, que a partir de su primera fase en el Palau de la Virreina, en Barcelona, ha sido mostrado bajo distintos formatos, adaptado a diferentes espacios expositivos, como en el contexto del proyecto comisariado por Valentín Roma para el Pabellón de Cataluña en la 53ª Bienal de Venecia.
Andújar fomenta en sus trabajos la oposición de contrarios y la necesidad de tomar posiciones, de repensar el lugar que cada uno ocupa o decide ocupar, en contestación a los discursos lineales, la sumisión irreflexiva y las estrategias de adhesión que trufan la vida social, política y económica. Con su trabajo interactúa, sin pudor, por derecho propio, en el ámbito de la política en contra de lo que algunos dirigentes desearían –porque aún muchos defienden públicamente que el arte es una cosa y la política otra. Política es todo y, en democracia, los votos no revisten de legitimidad cualquier actuación. La ética debe llegar también al terreno de la estética. ¿Qué fue de la Agenda 21 y sus buenos propósitos? En ella se proponían fórmulas que canalizaban el derecho del individuo a participar en la construcción de su sociedad. Los proyectos de Daniel G. Andújar van encaminados a explorar esa posibilidad.
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