El (pequeño) ARCO de otoño

La feria de arte contemporáneo Summa aspira a ser la referencia del inicio de temporada

  El Paíssumma_2014

“Esto es como ARCO, pero distinto”, comenta un visitante a otro en el primer día de la feria de arte Summa. Lo hace frente al espacio de la galería Odalys, referencia en España y Venezuela. Esta casa es uno de los factores a favor de ese “como ARCO”. La sala es una habitual de la cita de arte contemporáneo más importante de España, y está presente también en este segundo cumpleaños de Summa. Su contenido, ahora, es un buen ejemplo del “pero distinto”. La sala ha optado, como el año pasado, por dejar de lado su fondo de obra y mostrar el programa Elemental, que impulsa a jóvenes creadores.

La apreciación del visitante anónimo, uno de los más de 10.000 que espera la organización, es un buen resumen del espíritu de Summa. La cita aspira a convertirse en una referencia madrileña y española, sin tratar de hacer sombra, con sus 60 galerías, a las más de 200 de su hermana mayor. Pretende alcanzar un nivel alto sin elevar con él los precios (que andan entre los 1.000 y los 50.000 euros por pieza en esta edición, según la organización). Quiere crecer y tomar relevancia sin sobrepasar los límites del amplio y luminoso espacio de la Nave 16 de Matadero en la que se enmarca hasta el próximo domingo. Desea, por supuesto, vender, sin perder calidad artística.

El funambulista que debe mantener ese fragil equilibrio es, en esta edición, Juan de Nieves, director artístico de la feria que entre 1999 y 2005 fue responsable de exposiciones en el Espai d’Art Contemporani de Castellón. “El modelo sigue siendo el del año pasado: un evento de pequeñas dimensiones, con secciones comisariadas bien cuidadas. Una feria no es un museo ni ninguna institución, se necesita tiempo para consolidarla”, advierte.

Se confía, por tanto, en el tiempo. En el tiempo, y en las fechas. La elegida por la empresa organizadora del encuentro, Art Fairs, busca desmarcarse de la nube de ferias surgidas al calor de ARCO, en torno a febrero, entre las que se encuentra JustMad, también de esta promotora. “Hemos aprovechado septiembre porque es un momento ilusionante, la gente vuelve del descanso, los compradores también, y están ávidos de ver qué se cuece. Eso la va a singularizar”, explica De Nieves.

Pese al esfuerzo, la feria, de vocación internacional (un tercio de los exhibidores viene de fuera de España), se ha encontrado con dos rivales. La ArtRio en Brasil, hasta el pasado 14, y la ArtInternational de Estambul, a partir del 26, han sido fuertes competidoras por la presencia de galerías. “Al final hay que escoger”, se resigna el comisario.

La otra carta que se guarda De Nieves es, justamente, la que él ha renunciado a jugar para pasársela a dos compañeras. Además del programa general, en el que las galerías pagan entre 6.500 y 9.000 euros por stand, el evento ofrece dos comisariados transversales, más enfocados en mostrar una tendencia o proyecto artístico que en la venta. Situados en los extremos de la nave, enmarcando la feria como dos paréntesis, a un lado se encuentra South is a state of mind, organizado por Marina Fokidis, y al otro 16 mm, coordinado por Gloria Moure. Ambas se han encargado de seleccionar minuciosamente artistas y galerías (seis en cada caso) para articular un discurso.

El primero se explica desde su título: el sur no es un espacio geográfico, sino mental, constituido por una serie de tópicos culturales (exotismo, sensualidad, vida en común) y políticos (inestabilidad, desidia, corrupción). Juan José Martín Andrés (Soria, 1978) contesta esta idea desde sus piezas con aires de mapas de colegio: “Nuestro Norte es el Sur”. El artista, representado por la galería Aural de Alicante, los interviene para que Europa quede cabeza abajo y Noruega limite con Marruecos, o para que Sudáfrica se convierta en una parte de Estados Unidos.

El segundo resulta también bastante transparente, al menos en principio. Como el visitante intuirá, 16 mm recoge piezas realizadas en este formato cinematográfico, hoy a punto de desaparecer. Lo explica su comisaria, Gloria Moure: “No es solo una técnica, sino un concepto del uso del tiempo. El material mismo es perecedero, y todo es arqueológico: la película, los proyectores, el sistema…”. El artista Adrià Julià (Barcelona, 1974), representado por la galería Dan Gunn de Berlín, ilustra de forma física el paso del tiempo en su obra Negative Inchon (2012). La grabación recoge un vídeo reproducido en Internet, y la película es la única copia. A cada pase, el material está más cerca de desaparecer.

Pero Juan de Nieves no pierde el norte. “Lo fundamental que tiene que suceder en una feria es que sea un éxito de ventas. Ese es el objetivo de esta y de cualquier otra. Eso va a suceder si el nivel de las galerías es alto, claro, pero estas si venden, animarán a otras”, explica el director artístico. A este fin, Summa incluye un programa para nuevos coleccionistas, patrocinado por la Fundación Banco Santander. Los posibles compradores, quizá algo perdidos aún en el caos de artistas en alza y tendencias del mercado, son llevados de la mano por dos comisarios a cada rincón de la feria. “Intentamos enseñarles que el coleccionismo tiene que ver también con la pasión. Y que pueden hacer de comprar arte una actividad más de su vida cultural”. Una feria es una feria.

Aunque no todos piensan así. Los proyectos elegidos por Julián Rodríguez, de Casa sin fin (con sedes en Madrid y Cáceres), para representar a su sala, no son necesariamente comerciales. El galerista, que ha formado parte del comité de selección de Summa, ha optado por un espacio diáfano y artistas que dialogan con soltura entre sí. “No queríamos ofrecer un poquito de cada cosa, como en un supermercado”, cuenta entre risas.

Esa apuesta ha dado resultado: uno de sus representados expuestos en la feria, Daniel G. Andújar, se hizo ayer con el premio Madrid Foto, integrado en Summa desde el año pasado, lo que conlleva que la Comunidad de Madrid adquiera la obra Hacking Boxes a la galería. “La nuestra está conformada por artistas muy interesantes que no parecían tener un lugar en el mercado de arte. Nos parece una buena noticia que un jurado entienda que su trabajo tiene que formar parte del patrimonio público. Lo tomamos como un apoyo a nuestra manera de trabajar”, cuenta Rodríguez. El fotógrafo está en racha: el Reina Sofía prepara este año una muestra con su obra.

En el otro extremo se encuentran los integrantes de la sección Up, dedicada a galerías con menos de cinco años de vida y que pagan menos de la mitad por el espacio. El de de la alemana Galerie Wolkonvsky se llena de visitantes que observan el barroquismo revisitado de Michal Cole (Haifa, Israel, 1974), cuyas piezas van entre los 1.500 euros y los 25.000. Algo más vacío, por ahora, está el stand del Espai Tactel. Abierto desde 2011 en Valencia, la galería regresa por segundo año a Summa. Habla Juanma Menero, uno de sus responsables: “Para una feria joven, apoyar un proyecto joven como el nuestro es lo lógico”.

Juan de Nieves se desmarca, sin embargo, se distancia de esta idea. No quiere situar a Summa en las ligas menores, sino en la competición oficial. “Lo emergente se asocia las prácticas de artistas jóvenes ligadas a nuevas formas de expresión. No somos eso. Esta es una feria joven pero no emergente”.

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