Hace años que hablamos y discutimos sobre la crisis del modelo de prensa tradicional. Hemos señalado la crisis de mediación, credibilidad, objetividad, autoridad, información e incluso de atención, que comienzan a socabar sus elementos fundamentales, y ponen en duda el propio ser de la información periodística y el modelo de la prensa tradicional. La información y el periodismo viven un verdadero asalto a sus fundamentos y modelo. Y ahí están algunos periodistas, siempre dispuestos para echar una mano, al cuello. Relegada la crítica cultural a su la mínima expresión en los viejos medios, la información cultural campa a sus anchas en su pequeña trinchera. Algunos profesionales, como es el caso, se saltan sus propios principios deontológicos sobre la objetividad de la información y la separación entre información y opinión. A los que estamos hartos de arengas sobre responsabilidad y problemas sobre los medios digitales nos sorprende como estos profesionales se saltan a la torera la exigencia de calidad y responsabilidad que demanda el propio periodismo tradicional. Las continuas alusiones a que la información debe ser ante todo precisa, lo más rigurosa, detallada y veraz posible, independientemente del medio en el que se ofrezca, caen en saco roto con estos ejemplos. Si nos atenemos a uno de los códigos más serios y actualizados de la profesión, el de la BBC, estos ejemplos no pasan de mero quintocolumnismo informativo, sensacionalismo, ímpetu primerizo o levedad informativa. El nuevo código lo explica muy bien: “La precisión va más allá de obtener los hechos reales. Nuestra información debe estar bien basada en las fuentes y evidencias, directamente contrastada y presentada en lenguaje claro y preciso. Seremos honestos y abiertos a lo que no sabemos y se evitarán las especulaciones infundadas”.
Entre las fechorías reflejadas en este artículo figuran toda clase de invenciones y artimañas como no citar las fuentes, especular, inventar escenas, abusar de adjetivos, ocultar información relevante, copiar datos e informaciones ajenas, y un largo etcétera. Y la mas importante hablar de un proyecto expositivo que no ha sido presentado al público y que está en fase de producción y realización. Cuando el periodista se acelera demasiado se puebla de prejuicios, impresiones falsas o incompletas, tendenciosidad (voluntaria o impuesta) y falta de detalle.
Para seguir la polémica léase el comentario de Pedro G. Romero en e-barcelona.org, ¿Porqué no quiere Roberta Bosco que vaya a Italia, trabajo con flamencos pero no soy gitano…?
Daniel G Andujar
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