David G. Torres
Barcelona, noviembre 1998.
Metrònom (Barcelona)
www.davidgtorres.net
Todos usamos la tecnología: escribimos en ordenador, navegamos por la web y “zapeamos” por los canales de televisión. Damos una orden y cambia el formato de texto o salta un nuevo canal. Daniel García Andújar pone entre interrogantes ese “todos” del principio y nuestra capacidad de dar órdenes, de usar y de interactuar con la tecnología. Y lo hace desde dentro, utilizando sus mismas trampas y engaños.
Daniel García Andújar ha dispuesto en la sala central de Metrònom una enorme instalación de aparente sofisticada tecnología. Al entrar, una supuesta máquina –The Body Research Machine– realiza una especie de escáner del espectador, tomando sus coordenadas físicas y composición química. Con esos datos el ordenador procesa un interfaz para que el espectador interactúe con la instalación. Una vez dentro, cámaras, proyecciones, monitores y diferentes sensores parecen dispuestos para que provoquemos no se sabe muy bien qué efectos. El problema es que no provocamos nada. Todo el tiempo se mantiene la sensación de que nosotros, espectadores, hemos ocasionado alguna de las proyecciones, pero no sabemos ni como ni cuando. Sólo está claro que al acercarnos a ver unas imágenes fotográficas a través de unas pequeñas aberturas en la pared, la luz se apaga y se nos niega la imagen. Tampoco el videoproyector lo pone fácil, en ocasiones unos potentes focos traseros tapan totalmente la imagen. Por algún lugar se reproducen las conversaciones grabadas de otros visitantes. ¿Qué es lo que hemos visto? y ¿qué es lo que hemos hecho? Ni idea. La instalación de Daniel García Andújar está llena de trampas y el espectador lejos de ser el sujeto actuante es el objeto o, tal vez, la víctima.
Pero quizá lo más interesante de su trabajo es que, en el fondo, no tiene trampas. Simplemente ha realizado una máquina ultramoderna e hipertecnológica, con todos los elementos de fascinación que contienen, con la misma falacia sobre nuestra capacidad de control sobre ella, provocando la misma perplejidad que el navegar por la web (un lugar en el que siempre navegas, pero sólo navegas, nunca llegas a ningún sitio y si llegas no es el que esperabas) y, convendría decir, con igual inutilidad. Frente al simulacro tecnológico no ha redoblado su condición de simulacro.
Lo que plantea Daniel García Andújar es una crítica ácida a su supuesta cualidad interactiva y liberadora. Y lo hace sin denuncias explícitas, sino jugando en su mismo orden para subvertirlo, es decir, a través de la ironía. Precisamente esa capacidad irónica del trabajo es la que permite abrir el discurso. Porque no se trata de simple discurso tecnológico sino que acarrea consigo todo lo que en la actualidad está implícito en él. Su propaganda es una propaganda política que nos habla de un mundo mejor y más democrático, con absoluta libertad de información y de acceso a la información. Daniel García Andújar subraya, sin embargo, que tal acceso no es posible, que tan sólo existe la ilusión de que es posible, su fascinación a través del simulacro. Así, en la “sala B” de Metrònom ha instalado un monitor acompañado de una selección de cintas de video para consultar. El problema es que no podemos coger tales cintas, mientras que el televisor sólo ofrece publicidad. En el otro extremo del discurso, en la “Sala A” muestra una serie de imágenes sacadas directamente de internet, que van desde fotografías de Cindy Sherman hasta otras pornográficas, acompañadas de textos sobre los derechos intelectuales y de la imagen.
Daniel García Andújar reflexiona sobre los mecanismos de exclusión de la tecnología mostrando sus supuestos mecanismos de liberación. Mecanismos que no sólo afectan a los que la usamos sino, evidentemente también, a los que no tienen acceso a ella. Interface@metrònom.es (nombre que da título a la exposición) forma parte de un proyecto más amplio, la empresa virtual Technologies To The People. El propósito Technologies To The People es acercar la tecnología a los que no tienen acceso a ella, homeless, parados, drogadictos, países subdesarrollados y en general los “indeseables” de este mundo. Con ello desenmascara los verdaderos mecanismos de poder que operan bajo su falsa capacidad democratizadora.
El trabajo de Daniel García Andújar no pretende deslumbrar al espectador a través de una obra que haga alarde tecnológico, limitando nuestra capacidad de juicio por nuestra facilidad para la fascinación, sino que su despliegue tecnológico es irónico, crítico sobre si mismo, autorreferencial y abierto hacia una crítica irónica generalizada del poder.
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