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A-Desk.org Nº4 08 05 06 17 04 08 Sobre “Postcapital” (La Virreina, Barcelona) y “Malévich” (La Pedrera, Barcelona) DAVID G. TORRES Antes de la caída del muro de Berlín y su repercusión en la organización política del mundo, un anuncio de colonia recogía una frase del poeta surrealista Paul Eluard: “hay otros mundos, pero están en éste” (a la que, graciosamente, el anuncio añadía “hay otros hombres, pero están en ti”). Precisamente, tras la caída del muro la frase de Paul Eluard ha adquirido una resonancia que no tenía. Parece la premonición de un mundo cada día más igual, más plano, dominado por una visión turística, en definitiva, fruto de un proceso de globalización. Y, sin embargo, esa frase venía a expresar con cercana contundencia una de las bases de la antropología moderna: pensar en los otros es pensar en nosotros. Así la antropología ha podido subrayar su parentesco con la historiografía. Al fin y al cabo, el objeto es el mismo, pensar el aquí y el ahora, mirando en el espejo del allí y el antes.

David G. Torres Barcelona, noviembre 1998. Metrònom (Barcelona) www.davidgtorres.net Todos usamos la tecnología: escribimos en ordenador, navegamos por la web y "zapeamos" por los canales de televisión. Damos una orden y cambia el formato de texto o salta un nuevo canal. Daniel García Andújar pone entre interrogantes ese "todos" del principio y nuestra capacidad de dar órdenes, de usar y de interactuar con la tecnología. Y lo hace desde dentro, utilizando sus mismas trampas y engaños. Daniel García Andújar ha dispuesto en la sala central de Metrònom una enorme instalación de aparente sofisticada tecnología. Al entrar, una supuesta máquina –The Body Research Machine– realiza una especie de escáner del espectador, tomando sus coordenadas físicas y composición química. Con esos datos el ordenador procesa un interfaz para que el espectador interactúe con la instalación. Una vez dentro, cámaras, proyecciones, monitores y diferentes sensores parecen dispuestos para que provoquemos no se sabe muy bien qué efectos. El problema es que no provocamos nada. Todo el tiempo se mantiene la sensación de que nosotros, espectadores, hemos ocasionado alguna de las proyecciones, pero no sabemos ni como ni cuando. Sólo está claro que al acercarnos a ver unas imágenes fotográficas a través de unas pequeñas aberturas en la pared, la luz se apaga y se nos niega la imagen. Tampoco el videoproyector lo pone fácil, en ocasiones unos potentes focos traseros tapan totalmente la imagen. Por algún lugar se reproducen las conversaciones grabadas de otros visitantes. ¿Qué es lo que hemos visto? y ¿qué es lo que hemos hecho? Ni idea. La instalación de Daniel García Andújar está llena de trampas y el espectador lejos de ser el sujeto actuante es el objeto o, tal vez, la víctima.