La verdad y su doble: algunas anotaciones sobre la experimentación audiovisual en la actualidad

por María Cañas el 18 de abril de 2005, Zemos98

En el momento en que escribo este texto (abril de 2004), al introducir en el buscador Google la palabra “documentary” (documental) se nos ofertan 7.280.000 links relacionados.

Si por el contrario buscamos la palabra “mockumentary” (“mofumental”, falso documental) encontraremos 42.900 links referentes al tema.

A la vista de estos datos, especulemos:

¿Distingue internet entre realidad verdadera y realidad falsa? ¿O la verdad pasa por tantos filtros que al final termina desdoblándose? ¿O no es más que otra variable económica sometida a los designios del mercado, condicionada por los intereses de los grupos políticos, financieros y mediáticos cuyas cambiantes alianzas crean un contexto fuertemente manipulador de la realidad?

Para no caer en discusiones bizantinas, digamos que si el documental implica la interpretación de la realidad, el falso documental inventa la misma; y en la red, catalizadora y liberadora de información, casi todo, es búsqueda y experimentación. Un lugar donde plantear el proceso de trabajo como práctica creativa de acciones híbridas entre lo real y lo virtual ficticio.

En un panorama como el actual en el que la información se constituye como el principal valor totémico de la sociedad, es natural que lo ficticio emerja con toda su fuerza en un gesto creativo y / o político.

Tomemos algunos ejemplos ilustrativos sobre cómo lo irreal se fricciona con la realidad:

Desde que Michael Born fuera a la cárcel por falsear documentales que compraban emisoras de televisión hasta que The Times tuviera en plantilla un periodista falsificador de noticias.

Mark Lewis utilizando los costosísimos recursos técnicos de las superproducciones cinematográficas, en obras audiovisuales extrañas, evocadoras y no integradas en el circuito de películas comerciales.

El videoclip Smack my Bitch Up de The Prodigy creando confusión con un comportamiento femenino que socialmente se identifica con lo masculino, subvirtiendo los roles tradicionales de género.

Microsoft embarcándose en un proyecto de adaptación de su programa Windows XP en inuktitut, la lengua de los inuits que habitan en las regiones árticas.

Ahora que la publicidad es casi lo más interesante de la programación, algunos anuncios ideados principalmente para convencernos de que consumamos, como el de Glazer de Levis donde dos jóvenes corren desesperadamente atravesando paredes y trepando árboles hasta encontrarse en el infinito, provocan grandes emociones.

Jorgen Leth y Lars von trier en The five obstructions dándose un lujurioso banquete en medio de la India más hambrienta, y además enterneciéndonos con su celebración de la amistad.

Un videoclip de Sigur Ròs íntegramente protagonizado por dulces discapacitados mentales.

La serie de TVE Planeta encantado dirigida por Juan José Benítez incurriendo en mentiras y fraudes al televidente.

Dibujos animados humanos mutando a otros mundos con el rotoscoping en Waking Life de Richard Linklater.

Roman Coppola, con su versión light del situacionismo extremo del yippie Abbie Hoffman, en una cínica maniobra que cuestiona la industria del videoclip: tira por los aires en una estación de metro, el presupuesto millonario destinado a la realización de un videoclip, y la grabación de la reacción de la gente recogiendo billetes por los suelos es el mismo videoclip.

La epidemia de telerrealidad que asola la televisión mundial. “Bumfight”,un programa estadounidense ambientado en el mundo de los mendigos que, aplicando las reglas de Gran hermano, fomentó expresamente la violencia entre sus protagonistas. Spike Jonze y Beastie Boys pioneros en editar un en el que con el mando a distancia el espectador decide cómo contemplar los clips, con diferentes ángulos de visión y opciones de sonido, pudiéndolos combinar entre sí en tiempo real.

La criogenización, un negocio de oro, y sus sectas del Alcor alcanzando beneficios millonarios a pesar de no tener fiabilidad científica alguna.

El director Brian Fleming en Nothing so strange reconstruyendo el supuesto asesinato de Bill Gates.

Daniel García Andújar con su proyecto informativo en la red Phoney, concebido como una base de datos de armas informáticas (programas y virus) al servicio de cualquier persona que decida hacer uso de ellas.

La bisabuelita Agnès Varda haciendo una película-ensayo como Las espigadoras, un discurso personal desligado de las exigencias mediáticas del cine y la televisión, un “work in progress” muy barato y humano. Campos ya cosechados donde parece que no hay nada pero aún guardan tesoros.

Los experimentos audiovisuales certeros y consecuentes, de Jay Rosenblatt, Gustav Deutsch, Fiona Tan o Errol Morris entre otros.

Galavisión emitiendo cursos de doga (yoga para perros).

David Pallol en su libro, Ladrón y el colectivo activista Yomango.org enseñándonos el arte del mangoneo.

Que en internet existan cibermendigos y puedan vivir de la mendicidad virtual.

“Todas las historias del mundo” (parafraseando a Dora García) contadas en asequibles e interesantes blogs (diarios en red con actualizaciones directas).

Sobra todo comentario. ¿Hay un método o unos límites ante tanta extravagancia?

Como fuente clave de algunos de estos experimentos insólitos, imagen paralela a la verdad oficial, que se ubican entre las variadas injerencias de lo ficticio en nuestro mundo: leyendas urbanas, teorías de la conspiración, supersticiones, obras literarias, sensacionalismo y rumores de los media (tan bien mostrados en publicaciones de A. Ortí, J. Sampere, J. H. Brunvand, M. Ibáñez, R. Ramsay, S. Brünzels, colectivo Q y muchos más de la guerrilla cultural); arquetipos del inconsciente colectivo que corren rápido de boca en boca, incitan al debate y nos alegran la vida.

Como expresa Nora Barry “Internet, es un entorno propicio para intentar recuperar y reinventar los temas narrativos universales que comparten casi todas las culturas”.

Toda esta actividad inusitada puede parecer sin demasiado sentido, un retroceso para unos y un progreso para otros. Pero es una realidad que cuestiona la estructura misma de la situación; lo que hace esta metaficción, es provocar algún tipo de reacción. Acción que se ve acrecentada por la revolución de la libre circulación de la cultura por internet, espacio para la experimentación y el trabajo colectivo.

El trueque como forma económica, fenómenos como el “hágalo usted mismo”, y “el hoy por ti y mañana por mi”, están teniendo un momento significativo en todo el mundo y especialmente en Internet.

Intentar convertir las dificultades en oportunidades es la filosofía de vida en el ciberespacio, y la mayor barrera a la que nos enfrentamos es la democratización de las nuevas tecnologías. Y considerar el campo experimental esencial para encontrar fórmulas de resistencia frente al espectáculo de los nuevos bufones mediáticos.

Al menos hoy, nos quedan otros modos y lugares en los que contar.

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