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daniel g. andújar sorprende en el reina sofía

[caption id="" align="alignnone" width="992"] Pieza incluida en la sala de 'Hackers y anarquistas'.[/caption] Leer más:  El artista que hackea el museo - Noticias de Cultura  http://bit.ly/1ygqCKC En la era del conflicto el artista quiere recuperar el papel político que le fue arrebatado, para cambiárselo por un envoltorio folclórico que ha caducado en los días de la urgencia y la acción. La reivindicación late en la calle y se revaloriza en el mercado y los museos de arte contemporáneo, que fagocitan las energías reivindicativas de las propuestas más críticas con la decadencia de la sociedad. Daniel G. Andújar (Almoradí, Alicante, 1966) ha madurado durante más de dos décadas la posibilidad real de la intervención pública del arte. ¿Cuál es el resultado? El Museo Reina Sofía inaugura Sistema operativo y muestra hasta el 4 de mayo cerca de cincuenta proyectos -la mitad de nueva creación-, en los que el artista trata de escapar a la museización y muerte de su actividad, mientras reclama la regeneración de la institución como herramienta regenerativa de la sociedad con la que convive. “Los artistas hemos ayudado a conquistar los espacios de libertad y debemos ayudar a cambiar la estructura institucional de la comunidad. Una casa como ésta [Museo Reina Sofía] debe formar parte del proceso político y social del momento”, explica el artista.

'la herencia inmaterial' repasa los ochenta y noventa

El renacimiento del MACBA (y del museo de arte contemporáneo)

Peio H. Riaño. El Confidencial
02_politiques de ficcio Los museos y el arte contemporáneo también necesitaban cumplir con la Transición, treinta años después de haberla iniciado. En el empeño por construir un mercado y unas infraestructuras museísticas que lo legitimaran, estas últimas acumularon obra de aquella era volcánica con la libertad a flor de piel. Tres instituciones emergieron para preservar la evolución del arte de nuestros días: el IVAM, el Museo Reina Sofía y el MACBA. Tres décadas más tarde, la efervescencia lúbrica ha quedado envejecida por discursos al margen de los artistas y del público, y centrados en sí mismos y en sus ideas. Para entendernos, casas de citas donde la endogamia es la protagonista. Hoy podemos alegrarnos de la derrota del monstruo. El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), después de palidecer hasta la transparencia en la última década, retoma la energía que le vinculó a lo humano y lo urbano en sus orígenes y apuesta por una fórmula de contar las últimas décadas de las artes con concreción, claridad y pedagogía. Parece una receta obvia, tanto como insólita. El MACBA retoma la energía que le vinculó a lo humano y lo urbano en sus orígenes y apuesta por una fórmula de contar las últimas décadas de las artes con concreción, claridad y pedagogía La puesta en escena de esta refundación del proyecto del que hablamos es La herencia inmaterial, un ensayo del arte de los setenta, ochenta y noventa desde los fondos de la colección del museo. De la mano de Valentín Roma y la colaboración de Julián Rodríguez, Víctor Lenore y Antònia M. Perelló, el montaje recupera la idea de la “microhistoria”, para analizar lo inadvertido y olvidar las efemérides.

un oficio no reconocido ni legal ni laboralmente El IVA no salvará a los artistas - Noticias de Cultura  http://bit.ly/MtpVgN El Confidencial

Anna tiene treinta años, ha estudiado Bellas Artes, participado en exposiciones colectivas e individuales, recorrido medio Europa con becas y ha entrado a trabajar en un museo de Barcelona. Anna es la última en llegar a la institución que le retiran subvenciones. Anna es despedida. Anna acude a la oficina del INEM. “Buenos días, ¿a qué se dedica, cuál es su profesión?”. “Soy artista”. El hombre suelta una carcajada. Anna no se ríe y le pide que revise cuál es el epígrafe que le reconoce como trabajadora en la Seguridad Social. No existe. El arte no existe, el artista no tiene oficio. No está regulado. Anna sale de España en busca de un poco de esperanza. Encuentra una oferta de trabajo en La Haya: se busca artista para impartir clases de bellas artes. Anna es contratada, asegura la comida y su trabajo le libera más de la mitad del día para su alimento, el arte. “Es un lujo”, dice a este periódico. Quiere decir que es una excepción. En la misma sala de La Casa Encendida en la que Anna Moreno ultima la instalación Select the Right Location antes de la inauguración de la decimotercera edición del Premio Generación 2014, de la Fundación Caja Madrid, hay otros nueve artistas, que también han rematado su formación fuera de España. Sólo ella puede pensar en el presente y en el futuro sin echarse a temblar.