MADRID, 26 (EUROPA PRESS) La fachada de los clausurados Cines Madrid, situados en la Plaza del Carmen de la capital, lucen desde la pasada Noche en Blanco varios carteles anunciando la apertura en este espacio de 'El Mercado de la Seda', un futurible centro comercial destinado a la libre difusión de la cultura. En realidad, dicho mercado es ficticio y los carteles formaron parte de una de las actividades creativas de la Noche en Blanco 2010, celebrada el pasado mes de septiembre. El autor de este 'fake' es el artista visual Daniel García Andújar. Entonces, creó una página web en la que se anunciaba que el grupo chino Xiu-Shui tenía previsto convertir el edificio en un lugar físico donde pasear ante los escaparates de Spotify, Android, Mozilla Firefox, Skype, Ubuntu, Wikipedia, Creative Commons o entrar en un cine de Megaupload, entre otras novedades. También contarían con varias salas de proyección más pequeñas donde se podría ver cualquier episodio de cualquier serie en cualquier horario ofrecidos por Series Yonkis. También contarán con el espacio 'P2P Chill-Out Space', donde contarían con la conexión a Internet más rápida de Europa, en el que se pueden descargar toda clase de contenidos de la Web 2.0. "Porque cultura libre significa compartir el mundo y compartir el mundo significa cultura libre" dice el grupo Xiu-Shui", indica la supuesta empresa promotora. Por otro lado, en el imaginario mercado habría una planta de tiendas en 'Copy-Mall', es decir, de copias de importantes marcas de relojes, joyas, moda y complementos. Y es que Xiu Shui quiere decir 'mercado de la seda' en chino y se refiere a uno de los más importantes centros comerciales de falsificaciones de Pekín, donde el consumidor puede comprar buenas copias de grandes marcas a poco precio

Found Footage Hoy Gloria Vilches Según nuestro sistema legal, la apropiación audiovisual supone un choque frontal con los pilares fundamentales en los que se basa la ley de propiedad intelectual y los derechos de autor. En este apartado se expone esta ley, se definen sus conceptos básicos y se analizan sus límites. Se tratan también los nuevos tipos de licencias alternativas al copyright, como Creative Commons. Se exponen las diferentes opciones que tiene un artista a la hora de plantearse hacer una obra de metraje apropiado (como pedir permiso o recurrir a obras de dominio público) y los argumentos que podrían esgrimirse para legitimar esta práctica. Por último, se analiza una serie de piezas que expresan la actitud de sus creadores frente a estas cuestiones legales. Obras estudiadas: Warnings (Antoni Muntadas, 1988), créditos finales de Miralls (Gerard Gil, 2006), Light (Cristina Arrazola-Oñate, 2008) y Copyright is for losers (Ninotschka Art Project, 2008). La propiedad intelectual se estableció con el fin de que quienes produjeran creaciones originales literarias, artísticas o científicas pudieran, por un lado, obtener un rendimiento económico de sus creaciones (derecho de explotación) y, por otro, pudieran controlar la forma en que sus obras se utilizaran (derechos morales). En España, estos derechos están regulados por la Ley de propiedad intelectual de 1996, con las modificaciones de la reforma de ley aprobada el 20 de julio de 2006.

Daniel G. Andújar Exit Express nº38 Octubre 2008 El Arte, como cualquier otro proceso cultural, es básicamente un proceso de transmisión, de transferencia, de diálogo continuo, permanente y necesario. En ocasiones olvidamos que este proceso implica transgresión, ruptura, ironía, parodia, usurpación, confrontación, investigación, exploración, interrogación, contestación y, por supuesto, también apropiación. La práctica de la apropiación se ha convertido en una parte fundamental de muchas actividades culturales creativas y forman parte de una larga tradición bien documentada en la Historia del Arte. No podemos abrir un libro sobre Arte Moderno y Contemporáneo sin encontrarnos con alguna forma de apropiación. La capacidad del apropiacionismo no sólo ha cambiado nuestra forma de hacer arte, ha cambiado la forma en que vemos el mundo. Y, sin embargo, vemos que esta forma de creatividad, esta herramienta del arte, se ve amenazada por absurdas regulaciones que incluso de forma preventiva pretenden impedir la investigación de nuevas formas de expresión.

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